3 de noviembre de 2011

el tratamiento definitivo

Oh, mierda. He perdido el papel de las advertencias. Bleh, no será para tanto.
[1]. Si el experimento funciona, puede provocar un exceso de confianza propia. Tenga cuidado, ya que eso puede difuminar su visión de la realidad. No hay que creer que se ha ganado la guerra en la primera batalla, que todavía queda mucho camino por recorrer...
[2]. Hay que resetear ciertos contenidos y recuerdos para que el tratamiento funcione, pero déjese siempre alguna referencia escondida por alguna parte; borrarlos por completo es malo, podrían aparecer cuando menos se lo espere y quizá la sorpresa le abrume y no esté preparado para enfrentearse a ello en frío.
[3]. Si el experimento falla, hay que tener un plan B, otra red para evitar que se propague. Si no lo tiene o éste también falla, sólo queda una solución posible, sencilla, aunque no es 100% fiable.
[4]. Complementa al enunciado 1. La pequeña victoria puede crear una falso triunfo y eso provoca un descontrol en el experimento, lo cual es exponencialmente peligroso. Y podría notar como, una vez más, las esperanzas se desvanecen como lágrimas en la sopa entre un millar más de síntomas y sentimientos (todos negativos, por supuesto). Para la solución hay que remitirse al enunciado 3.
MUY IMPORTANTE. Observará que aparece un fragmento suelto. Por favor, no tire de él durante el tratamiento. Sólo hágalo cuando esté seguro de que lo ha superado y quiera desprenderse de dicho objeto. Hacerlo antes puede sumergirle en un agujero negro de autodestrucción.
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Por fin la he terminado.

Estoy realmente orgullosa de mi creación. No la he dejado a medias, no me he rendido; he dedicado todo mi tiempo, mi dinero (para el material) y mis ansias de superación. Ahora la tengo, frente a mí, pero todavía me queda probarla. Vamos allá.

Tengo que reconocer que me cuesta lanzarme a la piscina - más de lo normal -, y si esto falla, ya se me han agotado todas las soluciones posibles. Es la hora de la verdad.

Y Pim pam. Hecho. Mejor dicho, hablado. Y después de cuatro trivialidades y cinco palabras mal escritas con el causante de mis desdichas, me dedico a observar mi salud física. Manos no más temblorosas de lo normal, cerebro no atrofiado, respiración pausada, piernas un poco dormidas y el corazón...

Vaya, que no me puedo quejar. En absoluto. He superado la prueba mejor de lo que pensaba. Una chispa acaba de nacer dentro de mí y tiene pinta de querer expandirse. 

Ahora miro mi creación. Incluso me atrevo a sonreír un poco.Esa pseudotela de araña que he construido para retener los malos pensamientos funciona. Está encima de mi cabeza, protegiéndome de todo agente exterior que pueda perturbarme. De esta forma, los buenos pensamientos predominan y acabaré siendo la de siempre. Y sí, de momento funciona. No he notado absolutamente nada y estoy tranquila. Oh sí. Esto va a funcionar.

Mi vista se fija en un hilo que cuelga. Bah. Ya lo cortaré en otro momento. Ahora estoy demasiado ocupada celebrando mi primer triunfo [1].



Es gracioso verse a uno mismo en el pasado. Cómo cambia la forma de pensar... Sí, en serio, es divertido creer que una cosa va bien y que ahora ya haya perdido toda la validez. Y podría poner millones de ejemplos sobre esto, pero mejor lo dejo estar. Hoy me he prometido dejar de sentir nada por nadie, y de forma defintiva; así no me llevaré estas desilusiones.

¿Que por qué? Muy sencillo. Mi tela de araña ha funcionado bastante bien hasta que he tenido un pequeño fallo técnico. Ese puto hilo suelto que parecía la cosa más inútil del mundo ha sido el causante. El teléfono ha sonado y el número que aparecía en la pantalla no me sonaba de nada; al menos, a primera vista [2]. He descolgado y una voz familiar me ha atacado. Y cuando he querido darme cuenta... ya está. Pim pam. Y todo ha pasado muy rápido... el corazón se ha acelerado, las piernas han empezado a temblar, y eso ha activado como una especie de mecanismo. La tela ha empezado a moverse descontroladamente y por inercia y estúpidamente he tirado del hilo, pensando que todo se calmaría. Craso error. La tela se ha desvanecido. He notado un enorme peso encima de mi cuerpo.

Y viene oscuridad. Esa voz que me ha hablado durante un minuto si cabe... recuerdo cuando me susurraba al oído y me dejaba llevar. Recuerdo el tacto de su mano como si ahora mismo la estuviera agarrando. Recuerdo los minutos muertos en los que sólo nos mirábamos. Recuerdo la felicidad retenida en mi interior que luchaba por salir.Y ahora escucho esa risa que le ha dedicado hace unos minutos. No lo entiendo. ¿Qué acaba de pasar?

Ah, sí. Que la tela se ha roto. Y todos los malos pensamientos que ha soportado durante este tiempo han caído sobre mí. Todos de golpe. De repente. Y me ahogan. [3] Y me ha hecho ver que no, la tela no ha servido. En realidad sigo estando igual, pero me he creado una falsa ilusión que incluso parecía real. Me ha dado esperanzas durante todo este tiempo [4]. Pero, como siempre, yo sigo encerrada y él ha llegado muy arriba.

Pues ya sé lo que toca. Ahora nada de crear falsas barreras que te aíslan, barreras que no son invencibles y cuando caen, atacan con más fuerza que nunca. Sí. Vivir con un robot me sentará de perlas. No hay nada que te motive pero tampoco hay nada que te desilusione. ¿Cómo se le llama a eso? Ah, sí. Conformismo

Mierda, no debería haber perdido la hoja de advertencias.

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