27 de febrero de 2012

El color de las cosas

Volví. Volví porque allí ya no me quedaba nada que hacer, porque ya no quedaba nada de ti, y tampoco de mí. Porque las cosas cambian, y no hay razón para pretender que sigan igual para siempre. Volví al lugar del cual no tendría que haberme ido, porque tarde o temprano iba a volver… aunque pensé que volvería contigo. Sí, pensé que regresaríamos juntos… eso pensé.

De pronto, me alivió pensar que encontraría un hogar en aquel edificio que llamaba casa. Imaginé mi regreso en una tarde soleada, sentí cómo me cegada el reflejo de los rayos de sol sobre el agua mientras descendía por el camino que rodeaba mis recuerdos. Sentí calor y emoción. Pensé en los largos paseos junto al mar, en el color verde, en los indescriptibles sonidos de la tarde, el color rojo, el viento, pensé en el amarillo, en el azul, el naranja, en las mañanas de verano, en el agua del mar, el cual se iba calentando paso a paso… Después, pensé en ti. Y llegué. 

Llegué una tarde, pero los rayos de sol no me cegaron porque las nubes evitaban su paso. En ese momento, tuve la sensación de perder el color amarillo en todo cuanto veía. Y comencé a echarte de menos. El viento frío se llevó el color azul y la lluvia cubrió el verde. Entonces apareció el tedio y me invadió una sensación de tristeza infinita; eso hizo que desapareciese el color naranja y con él, el rojo. La orilla del mar se enfriaba con el blanco y el negro, y los días se hacían más cortos. Seguí pensando en ti, pero llegó un momento en que ya no me quedaban recuerdos.

Y dejé de hacerlo. 

Así fue como la conocí. En la oscuridad de mi memoria. El vacío más absoluto de mi esperanza.

Poco a poco, fui recuperando la vista. Lo primero que vi fue el color azul, y descubrí que había dejado de llover. Pasó el tiempo y el verde volvió a aparecer: lo vi en sus ojos. Los días se hicieron más largos y cesó el viento frío, llevándose el tedio a otras tierras más al norte. Un día creí que me había quedado ciego, pero tan sólo era el reflejo del sol sobre el agua; era el amarillo. Había perdido la tristeza, y eso trajo a mi vida el naranja y el rojo; así descubrí el color de su pelo… de tu pelo. 

Y me volví a enamorar.




Algún día, no muy lejano, la última parte dejará de estar tachada porque habrá sucedido de verdad.

16 de febrero de 2012

out

Y cuando me dejas tirada nos separamos no soy capaz de retenerte a mi lado... ¿Quién se queda con las canciones? Los sentimientos - los míos, vaya, sé que los tuyos son inexistentes - son todo tuyos. Los quiero fuera de mi vida. Y tu jodida imperfección también.


Qué coño. Te echo de menos.
Bueno, existe una teoría. Dice que no te echo de menos a ti, sino a la situación en general. Y no, no voy a probar si es cierta o no. Prefiero seguir teniéndote en un pedestal pensando que eres la mejor persona que ha pasado por mi vida. Si no llegara a pensarlo.. quién sabe. Quizá te meto una hostia. Quizá te ato a la cama y hago lo único que te gustaba. Pues eso, que se vive bien en la inopia.


No me has contestado. ¿Quién coño se queda con las canciones? Ah, vale, tú, que las escucharás sin problemas. Pues llévate mi memoria. De nada.


la venganza llegará.

8 de febrero de 2012

shake that

En ese momento veo pasar a Murphy, el de las leyes, mientras me saluda y sonríe como un cabrón.


Me quiere mucho. Está todo el día conmigo. Me jode bastante. Bueno, tengo que decir que hace unos meses estaba algo tranquilito... pero durante las semanas cruciales se aprovecha a base de bien.


Me refiero a que está usando análogos. Joder. Cal?
Prou. Esto pasa de castaño oscuro. Vale, la cosa más importante - la persona - no es la misma, pero el contexto sí. Todo el día encima. Por todas partes. Y yo, en vez de mostrar un poco de simpatía, pienso mira, como hace un año con alguien a quien sigo echando de menos.


Debería darme vergüenza. Primero, por malinterpretar situaciones. Segundo, por tenerlo incrustado en mi cabeza, para variar. En realidad, fallan demasiadas cosas. Esto se está derrumbando todavía más.


Y encima vivo con una estúpida ilusión. Es que ni siquiera nadie me ha dicho que puede ser posible. Y qué... Por haber pasado un buen momento y que gracias a ello pude aislar mi mente de cierto indeseable, no implica nada. De hecho, me ha ignorado. Y aún sigo montándome la fiesta en mi cabeza.
Pero no sirve de nada. Vale, creo que funcionaría porque es la única persona inocente que conozco... pero si me atreviera a dar algún paso (que no lo estoy, para nada), infinitos factores le acabarían corrompiendo. Por ejemplo, yo misma. No le valoraría, le haría daño, le convertiría en lo que yo soy, porque hay cosas que nunca cambian. Y eso no lo puedo permitir. Sé que se merece a alguien mejor.
¿Ves? Y todo esto, sin haber consultado a nadie. Fantástico.


En fin.
Que esto es un chiste.


Pero ya próxima vez que vea a Murphy pasar, le agarraré de la mano. O le sacaré la lengua. O le clavaré un cuchillo. No sé. Pero algo que cambie el futuro, no voy a hacer lo de siempre, a mirarle sin más. A verle pasar y esperar a que vuelva. Y sin cagarla.
Venga. ¿Hay algo más imposible? 


Sí.
Que tenga los cojones a admitir la verdad y superarlo todo. Y ya toca, ¿eh? Ja prou, cony.