30 de julio de 2011

Palabras "in da feis".

mmm me he quedado estancada en el escrito que recordaba sin pensar en lo malo. Poco a poco. Y sí, todos aquellos perdones fueron sacados de una mente perturbada. En aquel momento no pensaba con claridad. Todo se me había caído encima y no sabía dónde apoyarme. Ahora vuelvo con algo que ha aparecido de repente en mi cabeza. Espero no cagarla más. Es que a veces unos simples movimientos de dedos aplicados sobre una superficie como un teclado hacen demasiado daño... Lo conozco muy bien y predico con el ejemplo. Ea.
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Palabras. Relativismo.
Palabras que hoy lo significan todo. Te quiero, cosita.
Palabras que algún día odiarás. Eres odiosamente perfecta.

Palabras que te sacan una sonrisa. Qué ganas me han entrado de cogerte y abrazarte cuando has descolgado el teléfono tan sobada...Palabras que prefieres haber oído en tus sueños - o ni siquiera en ellos. Palabras vetadas. Eres una egoísta y una desagradecida // Pues eso... que ya no te quiero como antes // Nos vamos corriendo, que parece que se ha puesto muy mal.

Palabras que sabes que tienes que aprovechar porque algún día se acabarán. Ahora mismo no soy nada sin ti. No sabes cómo me aguantas emocionalmente y lo que llego a depender de ti. No me lo creo...Palabras que, a pesar de que ahora se te pongan cuesta arriba, jamás te arrepentirás de haber oído. Por sólo ver la cara que pones te diría "te quiero" cada segundo.

Palabras que escucharás en otras bocas. I ens ha costat Déu i ajuda arribar fins aquí.
Palabras que volverán a significar algo para ti. ¿Por qué no lo intentas? Vale la pena.
Palabras que prohibirás en tu diccionario. Esperanza, amor, vida, positividad, seguir adelante, recordar, sonreír, llorar y un largo etc.
Palabras que acabarás echando de menos. V de Victoria.
Palabras que nunca se oirán. Tengo ganas de hacer cosas normales de pareja; pasear, sonreírnos, hacernos fotos... y dará para mucho tiempo. Eres la pieza que faltaba en mi puzzle. Estoy orgulloso de ti, de haberte conocido y de que estés en mi vida.Palabras que te pueden provocar la tercera guerra mundial.
Palabras que te harán más fuerte. Vale, puedes llorar, sentirte culpable. Pero asúmelo. Ya está, se acabó lo que se daba. No digas que jamás lo superarás. Quédate con lo bueno y sigue adelante. Ya no puedes hacer otra cosa.
Palabras pronunciadas a medias. 
Palabras. Escritas, habladas o vistas. Nunca lloverán a gusto de todos. Palabras que acabarán hiriendo. ¿Y tú? ¿No lo echas de menos aunque sea un poquito?
Palabras que son clichés. Tenemos que hablar // No es por ti, es todo culpa mía, de verdad. 

Palabras que quedarán ahogadas por la culpa. Te echo demasiado de menos.
Palabras que han estado a punto de salir a la luz. ¿Por qué tenemos que escondernos? ¿Es que hacemos algo mal?
Palabras perfectas pero escondidas. ARGH.
Palabras que pueden desencadenar palabras que no se sienten. Sal de mi vida. YA.
Palabras que no tienen remedio. 

Palabras que deseas volver a oír. Ayer me dormí a las 3 de la mañana porque no paraba de pensar en........
Palabras que vuelven a ti. ¿Se puede saber qué he hecho para merecer esto?


Palabras que aparecen de repente, sin que nadie las invite, y dan un giro de 180º a tu vida. ¿Para qué? Si de repente tampoco están... Te encuentras vacío.


Así son las palabras. Vienen de repente, algunas se quedan grabadas en tu memoria y se van. Siempre acaban escapando de mis garras. Nada es para siempre. (Y voy a degollar al cursi de turno que diga: ¿Quieres ser mi nada?) Pero no quiero borrarlas de mi mente. Aunque duelan, son palabras mías. De nadie más. Al menos me dan la satisfacción de saber que pasé por una de las cosas más bonitas que te puede brindar la vida.


Y más palabras...
I love you much... It's not enough; you love blow and I love puff. And life is like a pipe and I'm a tiny penny rolling up the walls inside.

27 de julio de 2011

Por pedir (perdón), que no quede.

Ayer fue el día de las gracias, hoy es el día de pedir perdón. Y sí, el maravilloso texto que sólo habla de lo bueno, ya llegará... tiempo al tiempo.



Perdón por haberme sobrevalorado al principio de todo esto. Perdón por haberte hecho pensar que conmigo superarías todos los problemas anteriores y que yo sería la persona definitiva. Perdón por hacerte pasar aquellos días llenos de nervios cuando no sabía qué camino tomar. Perdón (en realidad no) por querer arriesgarme e intentar salvarnos a los dos. Perdón por darte falsas esperanzas esos cuatro meses. Perdón por haber hecho que la distancia haya ganado la batalla contra nuestra relación. Perdón por haberte hecho creer que pasaríamos toda la vida juntos y que la tristeza no aparecería nunca más. Perdón por no saber estar a la altura. Perdón por haberte perdido sin ni siquiera tener oportunidad para luchar. Perdón por hacer que todo acabara. Perdón por no mantenerte a mi lado aunque te quiera como no he querido a nadie. Perdón por no ser capaz de superarlo. Perdón por descubrirme a mi misma gritando al vacío. Perdón por no saber vivir en la inopia. Perdón por querer caer una y otra vez. Perdón por no poder quitarme de la cabeza los momentos felices que pasamos juntos. Perdón por no huir. Perdón por vivir en el mismo bucle y absorber a todo lo que me rodea. Perdón por sentir un dolor que me da ganas de arrancarme la piel a tiras. Perdón por vivir anclada en el recuerdo. Perdón por no seguir adelante. Perdón por seguir creyendo que voy a recorrer el camino que me queda contigo. Perdón por no saber valorar lo que tenía (o eso parece). Perdón por querer sonreír sólo a tu lado. Perdón por no saberte querer, por hacer que escapes sin darte cuenta de que nadie - absolutamente nadie - va a dar tanto por ti. Perdón por no parar de pedirte perdón. Perdón tener que seguir aguantando mis problemas, porque está claro que después de leer todo esto no vas a sentirte nada bien. Pero sobretodo perdón por no ser capaz de superarlo porque, básicamente, lo está jodiendo todo. Y podría pedirte más perdones que lo único que harán avivar un fuego que yo misma he creado, así que paro de intentar buscarle un motivo a por qué hemos llegado a esta situación y me voy a seguir restregándome la mano contra la pared. Es más satisfactorio que volver a hacerte sentir mal. Y es que perdón por haber aparecido en tu vida para acabar poniéndola peor de lo que estaba.

26 de julio de 2011

Gracias.

N/A: Obviaré los problemitas que conllevó la puta piedra. No he sido capaz de prohibirme escribir, creo que ya me he prohibido bastantes cosas en la vida.. y esta es de la pocas que me hace sentir bien. Mi pensamiento principal era publicar otro escrito "alternativo" a los demás, es decir, uno que describía una de las mejores sensaciones que he vivido jamás, pero sin los matices pesimistas que suelo añadir. Simplemente lo que viví en su momento. Me siento orgullosa de poder escribirlo. En vista de los recientes acontecimientos voy a hacer algo más breve.


Sí, este texto es extremadamente pesimista. Lo siento en el alma, pero no puedo sentirme peor ahora mismo. Todo me va mal, en todo soy culpable (o eso parece). Tengo que descargar mi ira contra otra cosa que no sea la pared. Ya sé que todos sois iguales de libres como yo y  blablabla y tenéis derecho a leer esto, pero los ánimos ahora no me hacen nada. Ya no sé qué me alivia, sinceramente. Ya he perdido las ganas de sentir cualquier cosa. Yo he avisado. Si queréis seguir leyendo, adelante. Pero luego no os sorprendáis... No me meto con la situación que estaréis pasando (porque sí, aquí todo el mundo tiene problemas, lo sé) pero no intentéis arreglar lo mío. No lo hago para dar lástima ni mucho menos. Es de las pocas cosas que me ayuda. Ea. A ver con qué me sorprende la vida la próxima vez.
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Gracias. De verdad. Con el paso del tiempo me has demostrado que siempre estás ahí. SIEMPRE. A veces pasas desapercibido, pero noto tu presencia. Y eso me gusta, porque eres alguien en quien puedo confiar. Alguien que ve cómo me comporto ante cada situación diferente. Alguien que me observa a todas horas. Alguien que celebra mis victorias, me ayuda en las derrotas.

Por eso me veo en la necesidad de darte las gracias. De verdad. Últimamente tengo más ganas que nunca.

Gracias por hacer que me enamore de personas inadecuadas. Gracias por hacer que viviera encerrada en un pozo durante dos años. Gracias por hacerme encontrar a una "cuerda" que me hiciera salir de ahí, una cuerda que es insensata en cierta manera y escucha Blind Guardian. Gracias por hacer que la cuerda saliera huyendo el día menos pensado. Gracias por hacerme pasar tantas noches abrazada a la almohada mirando el techo y pensando a cada momento "todo esto es una pesadilla". Gracias por hacerme incapaz de separar los temas personales de los profesionales y, por lo tanto, gracias por hacerme suspender tantos exámenes en una carrera que no es precisamente fácil. Gracias por darme un verano que sólo he aprovechado para mantenerme ocupada, emborracharme y actuar como una despechada. Gracias por volver a meterme en el pozo. Gracias por hacerme vivir con una estúpida esperanza de que todo volverá a la normalidad. Gracias por hacerme decir gilipolleces. Gracias por hacer que mis padres lleven peleándose desde hace meses de forma permanente y ahora lleguen al punto de echarme encima las culpas de todo. Gracias por obligarme a ir a un pueblo donde sólo voy a escuchar gritos mientras me encierro en una habitación donde no hay cobertura, ni internet ni otros medios para desinhibirme de todo lo que me rodea. Gracias por hacer que ya ni siquiera salir a correr sea una pequeña dosis de medicación para calmarme. Gracias por quitarme el hambre y hacer que cada día me dé más asco a mi misma. Gracias por juntarme todos los problemas de golpe, eso demuestra que no voy a superarlo ni en años. Gracias por darme tanto y luego quitármelo. Gracias por hacer que se me caigan las paredes encima. Gracias por darme tantas soluciones para todo.

Pero sobretodo, gracias por estar siempre a mi lado. Cada vez estás más presente. Gracias, Murphy..

19 de julio de 2011

¿Me persigue o la persigo?

Ahí está. La veo por todas partes. No tiene ojos, pero noto cómo me mira de forma aplastante. No tiene boca, y mejor así, ya que si la tuviera me hubiera sacado de mis casillas. 

Es una puta piedra. De forma irregular, rasposa, heterogénea, inerte. Bueno, eso último empiezo a dudarlo, porque la piedra aparece delante de mi a cada segundo que pasa. Le doy la espalda y le da igual. Me tiro al agua y me la encuentro mientras buceo. Abro un libro y se manifiesta como punto de libro. Será desgraciada. ¡Me persigue por delante! Intento darle una patada porque es muy poca cosa, pero se clava al suelo y me destrozo el pie. Estoy a punto de comprarme una pulidora o alguna máquina que pueda hacerla polvo. Porque la piedra me desquicia. Me incita a tropezarme con ella. Y yo soy muy débil, por no decir que parece que tenga un imán. Sólo falta tirarme de cabeza... 

No. La piedra no me gusta. Me trae malos recuerdos. Aún así, la veo en frente cada maldito día de mi existencia y, en vez de cambiar de camino, voy hacia ella. Con ganas, me atrevería a decir. Y cuando me caigo, me enfado. ¡Otra vez! ¡Deja de perseguirme, maldita sea! ¡Voy a matarte! ¡Haces que parezca gilipollas, todo el día con la misma tontería y no aprendo!

Hasta que un día, la piedra se cansó. Lo entiendo. Era cada día la misma perorata.
Pero en aquel momento me sorprendió hasta puntos insospechados. Sí, se me rebeló un objeto que no tiene vida. Es curioso. Lo único que hizo ese ser, fue hacer que me viera a mi misma desde otra perspectiva. Y entonces lo entendí todo.

Me descubrí a mi misma, sonámbula, colocando la piedra por mi propio camino. ¡Incluso quería duplicarla para que me encontrara con más! Luego salía del trance y claro, me la encontraba delante, como siempre, y la rabia se apoderaba de mi. No recordaba que yo misma me ponía trabas. Qué patético. Entonces me di cuenta. Apareció una luz en mi camino. Esa soy yo. 

La que llora, la que se pregunta qué ha hecho para merecer todo esto, la que nunca ve las cosas positivas de la vida, la que estropea todo lo que toca, la que se encierra en los recuerdos, la que no sabe seguir adelante, la que se queja de todo, la que pide un cambio a gritos, la que quiere dejar de hacer el ridículo, la que no asume las cosas malas, la que desea salir del pozo pero ni se molesta en buscar una escalera, la que tiene asumido que vive en un agujero negro...

La que se arrastra por creer que algún día volverá. La que dice que no volverá a dirigirle la palabra pero siempre encuentra alguna excusa para hablar con él. La que cree que le pedirá perdón. La que piensa que todo volverá a ser normal. La que intenta asumir que todo se ha acabado y hay que pasar página, pero se descubre a sí misma cada noche abrazada a la almohada deseando con todas sus fuerzas que todo esto sea una pesadilla demasiado larga. La que se despierta alguna que otra madrugada imaginando el tacto de aquellas manos contra su espalda, como aquella vez; el despertar más bonito que ha tenido en su vida. La que todavía tiene escalofríos cuando recuerda todo los "te quiero" que le dedicó. La que dice "estoy perfectamente" pero se pasa horas vomitando palabras porque es la única forma de desahogarme. La hipócrita que dice convencida "ya no vuelvo a caer" pero no es capaz de estar más de un día sin poder callarse la boca. La que se tira piedras cada noche. La que se echa la culpa por ser una inmadura. La que está convencida de que todo esto ha pasado por culpa suya. La que se pregunta, a la vez, qué ha hecho mal, cuando desde el principio se esforzó para que todo saliera adelante y le demostró que era capaz de hacer cualquier cosa por mantenerle a su lado.

Craso error en la última frase. No pude controlarlo. Fue superior a mi. Tal y como apareció en mi vida, se fue sin más. Me dio unas explicaciones que serán las correctas, pero no son suficientes para mi persona. Me volví loca, me reí creyendo que todo era una broma, que luego me abrazaría y me soltaría un no te voy a dejar nunca, cariño pero eso sólo existe en mi cabeza. Cómo me gustaría arrancarme el cerebro a veces.

Y no, puedo decir que sí, pero la típica frase intento acordarme de lo bueno para no acabar resentida no me ayuda en absoluto. Es más, sólo me hace ver que tengo un comportamiento idiota. Que sólo para volver a sentir la felicidad de aquellos días - una felicidad que ahora se me antoja completamente irreal - sería capaz de dar lo que fuera. En serio. Tengo un problema. Sólo para volver a estar entre sus brazos cinco míseros segundos. Y sí, sé que acabaría peor de lo que estoy. Me da igual. Necesito volver a experimentar la sensación de que TODO en tu vida es perfecto. Ahora se ha ido y con él se ha llevado un puñado bastante grande de cosas buenas. Todavía me quedan algunas, las cuales voy a acabar echando de mi vida como siga con esta actitud. Pero no puedo hacer nada por evitarlo. Hay días en los que me propongo cambiar, seguir adelante, no permitir que todo esto me afecte, pero cuando me quiero dar cuenta, me descubro llenando mi habitación de piedras, mirando fotografías, leyendo extractos de felicidad, recordando sensaciones que se escaparon de unas manos que no podían ni cerrar los dedos para retenerlas. Al fin y al cabo, soy una cobarde. Un cobarde en toda regla, ya que no soy capaz de huir ni de lo malo. No me atrevo ni a encerrarme, no me atrevo a convertir a mi corazón en una piedra, como hice hace un tiempo. Siempre tendré esperanza. Esa mierda de chispa que me está consumiendo. Y soy tan cobarde que no soy capaz ni de echarla de mi vida. ¿Y por qué? Vuelvo a lo mismo... porque daría lo que fuera por volver a pasar por lo mismo aunque luego me jodiera más. Sí, ahora mismo podría jugar conmigo, utilizarme y engañarme. Sé que no lo hará, pero si lo probara yo me dejaría. Mira qué patética. Pero es que no soy capaz de entender por qué algo que consideraba casi perfecto se hizo añicos. Ah, claro, era yo quien creía que todo iba bien. Él, por lo visto, tenía otra concepción de las cosas. Una lástima... ahora soy yo quien paga por mis propias ilusiones.

Dicen que el tiempo lo cambia todo. Eso es mentira; realmente, hacer cosas cambia el camino de tu vida. Si dejas las cosas igual, ya pueden pasar años, que todo está intacto y no se puede superar. Pues este último comentario voy a obviarlo. Voy a intentar no echarme tanto la culpa. Voy a creer que el tiempo me refrescará las ideas, me volverá realista, me hará ver de una vez por todas que SE ACABÓ y que no vale la pena guardar esperanzas, unas esperanzas que lo único que hacen es matarme por dentro.

Parpadeo unas cuantas veces seguidas. La piedra sigue en mi mano. Todo este huracán de pensamientos ha desordenado mi cabeza desde que me di cuenta de que yo misma la iba colocando por mi vida y no al revés;  la piedra nunca me ha perseguido por delante, si no al revés... la persigo yo como si fuera lo único que me importara en la vida.

La sigo mirando. Esbozo una triste sonrisa. Podría tirarla bien lejos ahora mismo. Ahora que lo he descubierto todo, podría lanzarla al mar. Pero al cabo de una hora me arrepentiría y, sinceramente, paso de meterme en el agua y volverme loca buscándola. La aprieto contra mi mano y la meto en el bolsillo del pantalón. Ya puede durar 4 meses o 32 años, que el amor acabará desapareciendo, pero la piedra seguirá apareciendo. Oh sí. Cada día, la vida me lo demuestra más. Y me pongo los auriculares y empiezo a correr, a correr, a correr...

16 de julio de 2011

Concienciación

El sonido del despertador te atraviesa la cabeza. Con una convulsión te incorporas en la cama y paras la musiquita infernal. Te quedas tres segundos en trance y enciendes la luz de la habitación, arrepintiéndote al instante de ese acto. Cada día con peor despertar. Con un gruñido te pones las zapatillas y arrastras los pies hasta el lavabo, dispuesta a espabilarte un poco. Al mirar el espejo, casi se te sale el corazón por la boca.

El espejo apenas muestra tu imagen, ya que está pintado. Contiene por toda su superficie un seguido de expresiones. Ah, ya lo habías olvidado. La noche anterior, en un ataque fruto de la desesperación, decidiste que debías hacer algo con tu vida. Algo que te hiciera salir de ese agujero negro. Algo que te hiciera olvidar...


Estabas tumbada en la cama. Entre las lágrimas que no paraban de caer vislumbraste la pared de tu habitación. Llena de fórmulas de biofísica y dibujos incomprensibles a primera vista. ¿El motivo de aquello? Los exámenes son complejos y como último recurso para memorizarlo todo decidiste tomar otras medidas; la parte teórica tocaba aprendértela sí o sí, pero en la parte práctica sólo necesitabas saber las fórmulas y creíste que colgándolas en la pared y el hecho de verlas cuando entrabas y salías del cuarto podía conseguir que se te quedaran en la mente. Y así pasó: aprobaste por los pelos el examen teórico pero en la parte práctica te luciste sacando un increíble 7'9. 


La insistencia de verlas día tras día ganó a la obligación de aprendértelas sí o sí. Como ése método funcionó, aplicaste la lógica aplastante: "si ha funcionado en la física, ¿por qué no puede funcionar en los demás aspectos?"


Por este mismo motivo te encuentras delante de tus narices frases tales como: No peor ciego que el que no quiere ver; al mal tiempo, buena cara; sal del pozo; lo hecho, hecho está; EVOLUCIONA; el miedo no te deja ver las señales del camino; lo que no te mata, te hace más fuerte; no vuelvas a tropezar con la misma piedra".

Pasan los minutos. Te quedas petrificada delante del espejo. Él siempre ha sido uno de tus peores enemigos. ¿Por qué le llamas enemigo? Es el único que te enseña de forma objetiva. Tal y como eres. Incluso te ha hecho ver más allá.
Primero de todo te muestra un tono pálido en las mejillas, unas ojeras fruto de demasiadas horas dando vueltas en la cama y unos pómulos hundidos porque empieza a desaparecer la bola adiposa (sí, aquella que está entre dos músculos que recuerdas sus nombres y sus inserciones pero no vas a mencionar porque ya tocará hacerlo el año que viene). La mirada baja y tus propias clavículas casi te sacan un ojo. Llegas hasta las costillas; si te giraras un poco, podrías contártelas todas. Siempre has tenido esta complexión pero últimamente das demasiado miedo. Te está pasando factura en todos los sentidos. Y aquí ya entras en tu propio universo, donde todo es tan complejo y utópico...
Le odias. Odias al espejo. Odias a tu imagen. Desde siempre. Siempre te has metido en la ducha dándole la espalda, una espalda que no te gustaría ver.

Esta vez, no te muestra nada de eso. Esta vez has obligado al espejo a que no te deprima más. Quieres pasar página y él es el único que puede ayudarte. Y pasan los días, la tinta empieza a correrse, a evaporarse, a deslizar por el cristal. Hasta que llega un día en el que no puedes leer absolutamente nada de lo que estaba escrito. Ahora el espejo está completamente negro.

Sueltas una amarga carcajada; total, aunque esas palabras se hubieran quedado impregnadas en el espejo, nunca hubieran llegado dentro de ti. Quieres cambiar pero no encuentras la predisposición necesaria para hacerlo. Nunca das el primer paso. El espejo era el único que podía ayudarte regalándote esas palabras de superación día sí y día también. Como no han hecho efecto, ya se ha cansado.

Definitivamente, podrás quejarte de que estás muy mal pero tampoco haces nada por evitarlo. Necesitas... terapia de choque.