27 de agosto de 2012

aparentar VS sentir

Pasen y vean, no se corten, ¡soy una humana sin corazón! ¡A mí no me afectan los sentimientos! ¡Soy incapaz de enamorarme, y tampoco lo echo de menos! ¡Me río de la gente que se deja manipular y se atonta por otra sólo por el simple hecho de que está enamorado! 

Pero cada noche me transformo, saco ese corazón maltrecho de debajo de la cama, me lo conecto una vez más y anhelo con todas mis fuerzas que llegue alguien e impida que me lo quite, alguien por quien vuelva a cometer locuras. Que sea la persona adecuada. Alguien que sea capaz de volver a enamorarme. Seas quien seas, llevo enviándote señales - desde mi subconsciente, no es que yo lo haga queriendo - desde hace tiempo. No las ignores, por favor. No me hagas daño, no hagas como los demás. Aparece. Necesito volver a saber lo que es el amor; de lo contrario, me volveré loca. Y sí, no te preocupes, conozco de sobras todas sus consecuencias; me atrevería a decir que conozco las malas mejor que las buenas. ¿Que por qué lo quiero otra vez..? Porque las buenas no superarán a las malas en cuanto a cantidad, pero sí que las superan en cuanto a calidad. Esa sonrisilla idiota, esa pesadez en la barriga, ese nudo en la garganta, esas ganas de llorar de alegría, esa sensación que crees que vas a explotar de felicidad en cualquier momento, esas ganas de perderme en su mirada superan a los meses de lamentos, lloros, súplicas y ese eterno etc que no tengo ganas de enumerar.

¿Te ha quedado claro? Aparece ya... si no es molestia, claro.
Me gustaría ver, durante unos segundos, esa sonrisa por la cual sería capaz de darlo todo una vez más.

8 de agosto de 2012

Echo de menos enamorarme.

Cuatro palabras mal puestas.

Pensamientos fugaces - o no tan fugaces - que tiran por tierra todos aquellos cimientos que creaste sólo por protección. Sólo por tu bien. Sólo por no tropezarte con alguna otra piedra.

Pero si las piedras están hechas para algo, es para tropezarse. Quiero decir, que toca volver a cagarla, toca volver a sentirse mejor que nunca, dependiendo de una persona que no te promete absolutamente nada y poco después te hará caer en un más que conocido pozo. Vamos, que todo va por ciclos. Vamos, que te jodes y lo asimilas. Cuestión de tiempo, como siempre. Siempre es cosa del tiempo. Ya podemos poner ochenta mil barreras y pretender ignorarlo todo. No servirá. Si algo tiene que aparecer, aparecerá. Como mucho podemos intentar aplazarlo. ¿Y realmente sirve de algo? Llegará igualmente, y ya lo dicen: los malos tragos, cuanto antes, mejor.

Y que encima, joder, las palabras de mierda te dejan sin palabras. Viva la ironía. Quiero decir, las palabras de mierda que te sumen en la desesperación te dejan sin palabras de rescate, reconfortantes, esperanzadoras. Son absorbidas por ese maldito agujero negro. 
Ah, y recuerda que no debes decepcionar. A nadie. Sobre nada. 

Atte:
Yo del pasado.

PD: Por favor, no te obsesiones. Con nada. Ya sabes a lo que me refiero. Huye ahora que puedes. Disfruta hasta que el tiempo te alcance.

20 de mayo de 2012

basta

Sólo di que no volverás a caer. En cuanto parpadees, habrás caído. Y el doble de fuerte.
_________________________________________________________________________________


Me sentía mal. Realmente mal. 
Pero siempre he sido débil. Demasiado.
Así que accedí, para variar.

En media hora me encontré metida en un recinto donde reinaba la hiperhormonación.
Gente joven que bebía mientras se quitaba más prendas de ropa y se restregaban unos con otros. Se lo estaban pasando en grande.
Mientras tanto, yo estaba ausente. Me sentía extremadamente culpable. 
+Debería estar estudiando.
-Cierto, pero no puedo más. Necesito un descanso, que nunca va mal. Además, tampoco lo llevo tan mal, ¿verdad? Y todavía tengo días para repasar. Y si ya me harto de estudiar, ahora, a finales de abril, no me quiero imaginar cómo estaré en junio.. va, ¡que un día es un día! Voy a limitarme a disfrutar, claro que sí.
La insensatez y mi fragilidad acabaron ganando. Así que empecé a sonreír mientras le pegaba un trago al gran brick de sangría que alguien me había dado gentilmente y me limitaba a observar a todos aquellos estudiantes que enloquecían al ritmo de la música.

Y empezaron a aparecer aquellos flashes tan conocidos:
Corría por los pasillos de aquella facultad desconocida mientras gritaba és Can Ruti qui guanya qui guanya, és Can Ruti qui guanya a tothom!
En cuanto parpadeé estaba tirada en la hierba abrazada a un chico disfrazado de vaca.
Dos segundos después bailaba demasiado pegada a mi amiga.
Al rato, un gran amigo me confesaba que me echaría de menos, que quería dejar a su novia pero no se atrevía, que hiciera... en fin.
Ipso facto, ese mismo chico y otro amigo me hicieron firmar un pacto que si cumplía, sería envidiada durante años, pero otra cosa sería estar a la altura...
En definitiva, era feliz. El mundo giraba demasiado deprisa, pero era feliz. 

La cosa pareció estabilizarse cuando me tumbé en la hierba con ella. Me decía que le gustaba aquel chico, pero le daba rabia sentirse así. Comentaba que no era su prototipo de chico, pero igualmente la había encandilado. Intenté darle algún consejo útil, pero fui incapaz. No fue por culpa del alcohol, es que directamente estaba encasquillada con ese tema. No me salían las palabras. El amor se me antojaba tan abstracto, tan poco adecuado para mí, que cualquier cosa que le dijera me sonaba a cuento chino. Era un tema que había dejado de tener sentido para mí. Sí, una buena hostia a tiempo arregló las cosas. Ya que no sabía hablar sobre ello, le solté esos agradables y adecuados topicazos. Y, cómo no, funcionaron.

El karma pareció leer mis pensamientos. Al poco rato noté cómo unos brazos me levantaban y me llevaban lejos de la multitud. Era mi amigo. El de la novia no, el otro, el del pacto.
- Has triunfado. Le gustas a mi amigo. ¿Qué te parece? ¿Te quieres liar con él? Espera, ¿o este otro te gusta más?
Empezó a señalar a un grupo de gente. Lo veía todo borroso. No me estaba enterando de nada.
- ¿Cuánto rato hace que están ahí tus amigos...?
 Él soltó una carcajada.
- Vaya pedal, amiga. Pues eso, no me cambies de tema... ¿Cuál de los dos te gusta más? Los dos estudian física, y sé que eso es un punto a favor. Va, dime...
- Ah, yo que sé... son todos muy guapos...
Mi libido llevaba desde hacía unos cuantos meses tocándome las narices. Y más en cuanto aprendí a separar el sexo del amor. Eso sí que fue una bendición. No obstante, todo aquello se me antojaba muy raro. Demasiado.
Volvió a reírse y me arrastró hacia la gente. Le vi cuchichear con su grupo de amigos, todos guapos, todos ricos, todos universitarios, todos perfectos. Y yo con mi cabeza dando vueltas y siendo demasiado imperfecta.. Había algo que no me hacía ni puta gracia.

El siguiente recuerdo apareció fuera de la facultad. Intentaba escapar de mis amigos, pero entre que eran muchos y que mi torpeza era la protagonista estrella... me estaba mareando. 
+Tía, es muy mono, ¡ataca!
-Sabes que él quiere también, ¿no? Pues ya sabes...
*Eres una puta dick destroyer. Estoy orgulloso de ti.
Todos tenían la razón, pero seguía desistiendo. Algo dentro de mí me decía que no. Sabía que aquello iba a "acabar mal".

Pero volvamos al principio... siempre he sido débil. Y más con alcohol y la oportunidad de ligarme a un chico guapo, algo que nunca había conseguido. Y sumémosle cierto acto homosexual para acabar de caer... (si es que me conocen demasiado)

Así que caí en los brazos de aquel chico.
Me pasé pegada a sus labios demasiado rato. 
Oía las risas de mis amigos a lo lejos.
Sus ojos verdes me cegaban y me impedían pensar en otra cosa.
Su pelo rubio era extremadamente suave.
Sus manos tocaban mi espalda con una delicadeza desconocida.
Saltaba a la vista que no quería soltarme. Me suplicaba que no volviera a casa.
Me sentía extremadamente bien.
Por otra parte, mi cabeza intentaba frenarme. Sabía que no podía dármelas de chulita yopasodetodo-yomeligoaloqueseayvengahastaluego-amorquéesesosecome?

Rato después tuve que decirle adiós, como a todo en la vida.
Los días pasaron, y la autoestima apareció en mi cuerpo y mente, prometiendo quedarse una larga temporada. 
Mis amigos me preguntaban por él. Él preguntaba por mí. Yo intentaba no preguntarle nada a mi cabeza, que ya se sabe... 

Pero ella estaba demasiado ocupada con, ahora sí, los exámenes. 
...Mentira a medias. Sí que estudiaba, pero con él delante, con mis amigos soltándonos mocos, con una media sonrisa. 
Pero ya está. Los dos éramos tímidos, hablábamos mucho, sí, pero la cosa no llegaba a más.
Estaba esperando a que el karma apareciese y que me hiciera poner los pies en la tierra, pagar toda aquella insensatez. No obstante, brilló por su ausencia. Craso error, tío, siempre la cagas.

Y así pasaban las semanas. Y aparecieron nuevas oportunidades. Una de ellas fue LA oportunidad. Dudaba seriamente que volviera a tenerla. ¿Y qué hice? Rechazarla. Vale, sí, es un partidazo, y nunca me hubiera imaginado tirarme a un tío así, no estoy a la altura. Pero sé que ese no es el verdadero motivo: si lo hago... ¿Qué pasaría con el otro?
Y ahí caí.

Ahí obtuve la puta respuesta.
Ahí vi que mi segundo apellido es calzonazos.
Ahí vi que había vuelto a caer en las redes que hacía meses que había cortado.
Las volví a tejer sin darme cuenta.
Esos ojos verdes me hipnotizaron.

¿Y ahora qué?
Ja. Ja. Ja. 
Sólo estoy esperando a que se me baje el pavo - lo que siempre he dicho, pero nunca se ha cumplido.
Sólo estoy esperando a que mi yo del pasado se aparezca delante de mí y me diga: ¿Ves cómo estoy, no? ¿Ves lo que te ha costado salir de aquí? Frena estos sentimientos, ahora que puedes. Cuando te absorba y te deje tirada y no puedas salir de este agujero negro, te arrepentirás. Lo sabes. Lo peor es que lo sabes, no me vas a hacer caso, vas a tirarte a la piscina, y te volverás a pegar la misma hostia. ¿Es que aquel cabrón cuya voz ya no recuerdas no te enseñó nada? ¿Es que-

Shhh. Cállate, puta.
Aunque sea a costa de hostias, estoy intentando vivir.
Aunque sea a expensas de algo tan frágil, algo que ni siquiera sé si tiene futuro.
Sí, es algo descabellado. Ni siquiera sé si estoy preparada, ni siquiera sé si él es un buen soporte.
Da igual si acaba bien o mal. Sé que me arrepentiré de lo que estoy diciendo, pero...
Estoy renaciendo.
Y esta vez voy a destrozar mi fragilidad. Me cueste lo que me cueste.

22 de abril de 2012

fuck this shit

- Coño - se enfadó Sara - tú tienes hijos cojonudos, quieres a tu mujer y pronto tendrás nietos.
- Vaya cuadro. ¿A eso le llamas tú felicidad? Eso es conformismo. Aceptar la puta mierda que te tienes que comer todos los días y decir que es una comida excelente. A lo mejor es lo que hay que hacer.
Había anochecido cuando llegaron a casa de la abuela. El padre detuvo el coche junto al portal, sin apagar el motor. Sara trataba de convencerlo. Insistía una y otra vez sobre lo imprevisible del vivir. El padre ya apenas la oía.
- Tú tienes más suerte que otros - terminó Sara -, así que no te quejes.
- Vaya - se rió el padre - O sea, que hay uno que está fatal, pero como hay otro que está peor, el que está fatal tiene que decir que está de puta madre... La felicidad por comparación. ¡Joder! ¿Lo ves? Hacía siglos que no hablaba tan mal.
El padre se volvió hacia ella. Se miraron cruzando una sonrisa.
- Provocas mi más bajos instintos juveniles - añadió el padre.
- Yo ya sé tu problema - le desafió Sara -. ¿Cuánto llevas sin estar enamorado, vejestorio?
El padre le sostuvo la mirada.
- Llevaba un montón de tiempo... hasta hace cinco minutos.

29 de marzo de 2012

cómo encontrar un poco de sentido a todo

En el fondo, muy en el fondo, la vida está pautada.


Paso 1. Deja que algo entre en tu vida y te la ponga patas arriba.


Paso 2. Una vez sorprendido, tírate a la piscina. No mires si está llena o vacía.


Paso 3. Vive un tiempo material (aunque para ti parezca infinito) rodeado de felicidad. Ignora los problemas, por fin estás disfrutando de la vida.


Paso 4. Confíate por ser feliz. Cree que nada podrá contigo.


Paso 5. Así, de repente, todo se esfuma. Y no, no hay explicaciones que valgan. Tal y como ha venido, se va.


Paso 6. Época de negación, de pegarle patadas a todo lo de tu alrededor, de arrastrarte para poder conseguir un resquicio de luz entre tanta oscuridad, de ni siquiera trepar del pozo donde caíste, de que todo lo malo caiga sobre ti, de quitarte las ganas de soñar, de prometerte a ti mismo que nunca volverás a caer de tal forma.


Paso 7. Sólo es la repetición en bucle del paso 6. Porque dura más allá del infinito. Pero la diferencia es que así lo asumes y dejas que tu vida pase sin ningún tipo de ilusión. Ni ganas de superarlo, ni ganas de cambiar, ni siquiera ganas de pensar en ello.


Paso 8. Oh, oh. Sorprendentemente... vuelta al paso número 1.


Paso 9. No te lo crees. Demasiado caótico. Para empezar, ¿cómo alguien puede substituirle? Y lo más importante, ¿es que no aprendes de los errores? Negación, negación, negación, negación. No voy a volver a caer. 


Paso 10. Caes. De forma más contundente que antes. Es la ansia de saber que puedes salir de toda aquella gran mierda sobre la cual ya estabas acostumbrado a nadar.


Paso 11. Dejarte llevar durante un breve, brevísimo lapso de tiempo.


Paso 12. Derivado del paso 5, pero menos heavy. Que te paren los pies. Darte cuenta de que tienen razón. Ver que, en el fondo, nunca saldrás del pozo; escalarás más, escalarás menos, pero nunca llegarás al final. Siempre habrá algo que te frenará.


Paso 13. Suspirar profundo. Asumir, una vez más, lo raro que es todo, y dejarte llevar. A saber cómo acabará...

6 de marzo de 2012

el paso más grande

lo estoy intentando, con todas mis fuerzas. de verdad. no por mí, sino por ti. para que no te sientas culpable, si es que aún te acuerdas de esto y te preguntarás qué es de mi vida, si lo habré superado o seguiré pensando que eres un capullo.


pues sí, me voy a sacrificar por ti. para variar. pero esta vez traerá cosas buenas; no tan buenas, pero sí más duraderas, gracias.

27 de febrero de 2012

El color de las cosas

Volví. Volví porque allí ya no me quedaba nada que hacer, porque ya no quedaba nada de ti, y tampoco de mí. Porque las cosas cambian, y no hay razón para pretender que sigan igual para siempre. Volví al lugar del cual no tendría que haberme ido, porque tarde o temprano iba a volver… aunque pensé que volvería contigo. Sí, pensé que regresaríamos juntos… eso pensé.

De pronto, me alivió pensar que encontraría un hogar en aquel edificio que llamaba casa. Imaginé mi regreso en una tarde soleada, sentí cómo me cegada el reflejo de los rayos de sol sobre el agua mientras descendía por el camino que rodeaba mis recuerdos. Sentí calor y emoción. Pensé en los largos paseos junto al mar, en el color verde, en los indescriptibles sonidos de la tarde, el color rojo, el viento, pensé en el amarillo, en el azul, el naranja, en las mañanas de verano, en el agua del mar, el cual se iba calentando paso a paso… Después, pensé en ti. Y llegué. 

Llegué una tarde, pero los rayos de sol no me cegaron porque las nubes evitaban su paso. En ese momento, tuve la sensación de perder el color amarillo en todo cuanto veía. Y comencé a echarte de menos. El viento frío se llevó el color azul y la lluvia cubrió el verde. Entonces apareció el tedio y me invadió una sensación de tristeza infinita; eso hizo que desapareciese el color naranja y con él, el rojo. La orilla del mar se enfriaba con el blanco y el negro, y los días se hacían más cortos. Seguí pensando en ti, pero llegó un momento en que ya no me quedaban recuerdos.

Y dejé de hacerlo. 

Así fue como la conocí. En la oscuridad de mi memoria. El vacío más absoluto de mi esperanza.

Poco a poco, fui recuperando la vista. Lo primero que vi fue el color azul, y descubrí que había dejado de llover. Pasó el tiempo y el verde volvió a aparecer: lo vi en sus ojos. Los días se hicieron más largos y cesó el viento frío, llevándose el tedio a otras tierras más al norte. Un día creí que me había quedado ciego, pero tan sólo era el reflejo del sol sobre el agua; era el amarillo. Había perdido la tristeza, y eso trajo a mi vida el naranja y el rojo; así descubrí el color de su pelo… de tu pelo. 

Y me volví a enamorar.




Algún día, no muy lejano, la última parte dejará de estar tachada porque habrá sucedido de verdad.

16 de febrero de 2012

out

Y cuando me dejas tirada nos separamos no soy capaz de retenerte a mi lado... ¿Quién se queda con las canciones? Los sentimientos - los míos, vaya, sé que los tuyos son inexistentes - son todo tuyos. Los quiero fuera de mi vida. Y tu jodida imperfección también.


Qué coño. Te echo de menos.
Bueno, existe una teoría. Dice que no te echo de menos a ti, sino a la situación en general. Y no, no voy a probar si es cierta o no. Prefiero seguir teniéndote en un pedestal pensando que eres la mejor persona que ha pasado por mi vida. Si no llegara a pensarlo.. quién sabe. Quizá te meto una hostia. Quizá te ato a la cama y hago lo único que te gustaba. Pues eso, que se vive bien en la inopia.


No me has contestado. ¿Quién coño se queda con las canciones? Ah, vale, tú, que las escucharás sin problemas. Pues llévate mi memoria. De nada.


la venganza llegará.

8 de febrero de 2012

shake that

En ese momento veo pasar a Murphy, el de las leyes, mientras me saluda y sonríe como un cabrón.


Me quiere mucho. Está todo el día conmigo. Me jode bastante. Bueno, tengo que decir que hace unos meses estaba algo tranquilito... pero durante las semanas cruciales se aprovecha a base de bien.


Me refiero a que está usando análogos. Joder. Cal?
Prou. Esto pasa de castaño oscuro. Vale, la cosa más importante - la persona - no es la misma, pero el contexto sí. Todo el día encima. Por todas partes. Y yo, en vez de mostrar un poco de simpatía, pienso mira, como hace un año con alguien a quien sigo echando de menos.


Debería darme vergüenza. Primero, por malinterpretar situaciones. Segundo, por tenerlo incrustado en mi cabeza, para variar. En realidad, fallan demasiadas cosas. Esto se está derrumbando todavía más.


Y encima vivo con una estúpida ilusión. Es que ni siquiera nadie me ha dicho que puede ser posible. Y qué... Por haber pasado un buen momento y que gracias a ello pude aislar mi mente de cierto indeseable, no implica nada. De hecho, me ha ignorado. Y aún sigo montándome la fiesta en mi cabeza.
Pero no sirve de nada. Vale, creo que funcionaría porque es la única persona inocente que conozco... pero si me atreviera a dar algún paso (que no lo estoy, para nada), infinitos factores le acabarían corrompiendo. Por ejemplo, yo misma. No le valoraría, le haría daño, le convertiría en lo que yo soy, porque hay cosas que nunca cambian. Y eso no lo puedo permitir. Sé que se merece a alguien mejor.
¿Ves? Y todo esto, sin haber consultado a nadie. Fantástico.


En fin.
Que esto es un chiste.


Pero ya próxima vez que vea a Murphy pasar, le agarraré de la mano. O le sacaré la lengua. O le clavaré un cuchillo. No sé. Pero algo que cambie el futuro, no voy a hacer lo de siempre, a mirarle sin más. A verle pasar y esperar a que vuelva. Y sin cagarla.
Venga. ¿Hay algo más imposible? 


Sí.
Que tenga los cojones a admitir la verdad y superarlo todo. Y ya toca, ¿eh? Ja prou, cony.

28 de enero de 2012

(es que el temido día se acerca peligrosamente)

Parece que llevo una eternidad metida en esta mierda.


Los segundos se hacen eternos, me siento cansada a todas horas, me he quedado dormida muchas veces abrazada a los apuntes (por si el rollo osmosis funciona), intentando no desesperarme por ello, no pensar en la rendición, intentando estar estable...


Pero siempre hay algo que se escapa. Nunca se tiene el control verdadero. 
Lo cierto es que no es la primera vez que paso por una época tan llena de nerviosismo por superar los obstáculos académicos que se me ponen por delante, pero antes tenía... ¿cómo llamarlo?


El bálsamo.
Al principio no lo concebía como tal, sólo me daba un calor muy agradable por el pecho - y también muchas lágrimas. Recuerdo una noche que nos pasamos llorando sin saber qué coño hacer con nuestras vidas hasta las 4:30 de la madrugada, pero la verdad es que el destino ya estaba escrito.
Pasó el tiempo y lo sobrevaloré, creo. Sí, nada de creer, está claro que lo sobrevaloré. Los días se hacían pesados, las prácticas exigían mucho y las clases teóricas mucho más, y veía que no podía con todo. Pero podía sonreír cuando pensaba que por la noche llegaría mi recompensa.


Y en efecto. Todo a oscuras y una sonrisa traicionera se me escapaba, contando los segundos que faltaban para...
ahá. El teléfono empezó a vibrar y lo cogí ipso facto. Descolgué al tercer zumbido (sé que sabe que me lo quedo mirando, que espero para no parecer una ansiosa, pero es cuestión de orgullo) y una risita tonta me recibía. Mi gilipollez aumentaba por momentos y empezaban a fluir unas palabras bastante chorras pero que nos hacían sonreír; comentábamos peripecias del día, yo podía ponerme celosa, él se reía y volvíamos a las frases azucaradas. Había días - bastantes, para qué nos vamos a engañar - en los que la cosa derivaba a otro tema más fisiológico, lo que nos demostraba que nos echábamos demasiado de menos.


Poco después, desapareció. Increíble, parecía que había durado más.
Pero no, lo exprimí demasiado rápido, al parecer. La última llamada que recibí en plena noche fue un sí, ya he llegado a casa, todo bien, hablamos mañana. Una clara sospecha de que algo no iba bien; decidí pensar que el cansancio se había apoderado de su cuerpo. Ni siquiera cuando le dije te quiero, que contestó como si le costara decirlo: pfff.. y yo...


¿Que qué paso? Mataría a quien fuera por saberlo.
Sólo sé que quise volverme loca, sólo sé que deseaba morirme, sólo sé que me odié por tirar por la borda las cosas que me hacían feliz, sólo sé que cada minuto que pasaba y asimilaba lo que había pasado se me clavaba una daga en el corazón, sólo sé que tenía un mes de exámenes por delante y no me veía capaz ni de levantarme de la cama, sólo sé que empecé a actuar como una reprochada y a consumir necesidades fisiológicas que no llevaban a ninguna parte, sólo a arrastrarme y preguntarle qué hice mal y suplicarle que no me dejara sola, que me había inutilizado, que sin él no era nada. 


Sólo sé que lo llevo algo mejor. 
Sigo sin entender nada.
Sólo sé que no puedo despegarme del recuerdo.
Sólo sé que echo demasiado de menos ese bálsamo que me daba fuerzas.


Ahora soy una alma en pena que intenta consolarse diciendo que vive mejor sin el verdadero motivo de su sonrisa.

26 de enero de 2012

volver a las andadas

...lo cual no sé si es bueno o es malo.

Pero vuelves a la misma táctica. Empiezas engatusando por los oídos durante mucho tiempo y de todas las maneras (música, palabras) y luego ya pasas a otros terrenos con todo el descaro del mundo.

Espero que esta bien también te esté funcionando, pero con un pequeño matiz: que no lo acabes echando todo a perder por tomártelo como un simple entretenimiento. Sabes que hay sentimientos de otras personas en juego, ¿no? Y seguro que valen más que los míos.

Así que sí, vuelve a la táctica, pero ten claro que no sea por un calentón de polla. Porque te va a ir mal, pequeño cabrón.

En realidad es lo que estoy deseando. Que te des cuenta de que no puedes mantener a nadie a tu lado, excepto a alguien que ni siquiera te merece.

19 de enero de 2012

you underestimate my power

Cuando renuncié a ti, me prometí ser fuerte. ¿Fuerte? ja. Cuando sé lo que es tenerte, no hay fuerzas que valgan, no hay fuerzas que aplaquen todo lo que sentí contigo. No hay color. Y aquí no vale ni maña, ni fuerza, ni pollas. Aquí sólo vale que estés a mi lado o no. Así de simple. He intentado complicar la ecuación, créeme, he buscado motivos para odiarte y vivir sin ti... Imposible. Me has dejado inutilizado. Maldito seas.

11 de enero de 2012

esas cosas que ya no existen (y dudo que hayan existido alguna vez)

Cómo no. En los momentos en los que no puedes más por otros factores... viene a atacarte éste. Pum. Toma vulnerabilidad. Toma bajón. Toma reproches a la nada. Toma no dormir.


¿Jamás has tenido un momento perfecto? Un instante en tu vida en el que sientes que todo está bien, que todo está en harmonía. La luz, el color, el sitio donde estás... todo es perfecto. ¿Jamás te has sentido en paz con el mundo, deseando que no cambiara nada?. Es una sensación que aparece de repente, y la reconoces, porque dentro de ti sientes una felicidad casi imposible de describir. Todos la tenemos tarde o temprano.

Cuando escuché eso por primera vez puse cara de ¿pero qué coño me estás contando? Era la gilipollez más grande jamás oída. Algún romántico reprochado y esquizofrénico que se saca de la manga reflexiones estúpidas.
Y esa frase golpeó mi cara cuando menos me lo esperé.
Lo estaba viviendo.
La imagen del atardecer en Barcelona, en Paseo de Gracia, donde el sol se despedía de forma solemne y se oía el motor de los coches de forma armoniosa. La suave brisa hacía enrojecer sus mejillas y dejar volar una parte de ese pelo alborotado; su imagen, sonriente, con la boca ligeramente abierta, con esa chaqueta tan característica suya, sus guantes calentando unas manos que agarraban con fuerza un CD procedente de unos kilómetros más al norte - el motivo de tanta insistencia que casi acaba en llanto -, su mochila al hombro, su ojos brillando... En ese momento me sentí en paz con el mundo. En ese momento me invadió un calor indescriptible. En ese momento deseé quedarme para siempre. En ese momento no pude ser más feliz.

En ese momento me uní al club de los reprochados esquizofrénicos que se sacan de la manga reflexiones estúpidas. Y a mucha honra... porque ahora sólo vivo anclada en ese momento - bueno, miento, también en algunos que se parecen... voy alternando -. Al menos ya no pienso en volver ahí, porque sé que los milagros no existen, así que a vivir encerrada. 

Eso por no creer.
En toda la boca y fuera.
Ahora toca joderse (y bailar).