1 de agosto de 2011

Uno, dos, tres, cuatro, (cinco), (seis).

Tranquila, ahora estoy muy cómodo contigo. Pero si algún día lo dejáramos, echaría muchas cosas de menos, entre otras cosas a tus padres: son muy buenos conmigo. Sé que si lo dejamos lo pasarías fatal y me odiarías durante una temporada, pero luego me gustaría que tuvieras la cabeza fría y no te quedaras con la visión de que soy un cabrón y todo lo malo... seguro que acabarás pensando "joder, ya no estamos juntos, me da mucha rabia pero cuando lo estábamos se levantaba a las 6 de la mañana sólo por venir a verme y pasamos una temporada increíble juntos". Te costaría, lo sé, lo entiendo, pero con lo que hemos pasado juntos, me gustaría que tuvieras una buena visión de mi; créeme, yo la tendré. Pero vamos a dejar de hablar de esto porque es tontería hablar de algo que no va a pasar... sólo te lo recuerdo para que estés más tranquila, para que el examen de mañana te salga bien porque no te preocuparás por otras cosas. Y también recuerda que te quiero.

*Dos meses después*

Menos mal que ya han llegado las 12. Ya no tengo uñas y en breves no tendría piel en los dedos. Pero por fin el día ha cambiado! Con una gran sonrisa en el rostro cambio de pantalla. Ahí está. Sonriendo como sólo él sabe hacerlo. Está tan lejos y tan cerca a la vez... me felicita, le felicito, le recuerdo que le quiero. Vuelvo a la pantalla anterior y me crujo los dedos. Ya sabe lo que voy a hacer. Es como un ritual. Pongo una canción acorde y dejo que los dedos bailen sobre el teclado. Ellos expresan lo que las simples palabras o gestos no pueden. Eso me gusta.

Una hora, un par de pilas gastadas y unas treinta líneas después, apago el ordenador. Me meto en la cama. Estoy realmente agotada pero la felicidad hace que no pueda parar de dar vueltas. Y de repente, ahí suena. El móvil. Como cada noche. Y como siempre, dejo que vibre tres veces - que no se note que me muero de ganas de cogerlo. Descuelgo, nos decimos cuatro palabras tontas (y quizá, sólo quizá, las manos propias van un poco más allá de coger el teléfono) y a dormir. Bueno, yo sigo con mi nerviosismo, lo que me impide descansar correctamente.

Pero eso no es impedimento para que cuando suene el despertador salte de la cama. ¡Qué bien que madrugamos cuando nos interesa, los demás días no hay quien te saque de la cama!, oigo gritar a mi madre mientras voy de cabeza a la ducha. No me lo puedo creer. ¿Ya ha pasado tanto tiempo? Es casi increíble. Lo más increíble de todo es que esté durando tanto. ¡No lo he mandado a la mierda! Difícil de creer. Suelo echar a las personas de mi vida. Si a ésta no la he echado todavía, es que merece la pena de verdad. ¡Oh sí!

Como siempre, se me hace tarde. Desayuno de camino a la estación y cuando llego a la estación, ahí me la encuentro. Será posible, parece que sabe hacia dónde voy y con quién quedo, porque siempre coincido con ella en la misma situación. Bleh. Ni siquiera siento un pinchazo. Puedo parecer cabrona, pero ya dicen a veces que para conseguir la felicidad hay que ser un poco egoísta consigo mismo. Sólo he aplicado este ejemplo por primera vez en mi vida. Y me va bien. ¿Qué problema hay?

En media hora llego a mi destino. Joder, qué media hora más larga. La única forma de que pasara relativamente rápido ha sido escuchar la misma canción diez veces. Eh, a mi me funciona. Salgo de la estación. El Sol de Barcelona poco tarda en atacarme. Para variar, siempre llego antes (no digo puntual, porque mentiría). Me siento en la columna donde siempre le espero. Veo a la gente pasar. Al cabo de un rato, ahí le veo. Está pasando el ticket. Me levanto temblando y en cuanto se percata de mi presencia, salgo corriendo. Le abrazo con todas mis fuerzas. Seis meses, cosita. Clavo mi cara contra su hombro para frenar las lágrimas. Qué ganas tenía de verle. Nos separamos un poco y le beso. Me había olvidado de esa sensación, visto lo visto, porque cada vez me llena más. Salimos de la estación mientras comenta lo feliz que me ve.

El Arco de Triunfo observa la "V de Victoria" que llevamos en nuestras caras. Aprieto su mano. Pierdo el control cuando me sonríe de esa manera. Esto no me puede estar pasando//¿Por qué?//No me merezco tanta felicidad.//Y yo no te merezco y tampoco me lo pregunto; simplemente disfruto. No te creas que voy a dejarte escapar. Ésta va a ser la primera de muchas celebraciones.


Llega la hora de comer y, como es un día especial, vamos un poco más allá de los vales del Pans&Company. Un sitio bonito, acogedor, con su carta y sus postres. Hacemos piecitos, nos reímos, me mancha de chocolate, incluso nos quedamos un rato callados y con sólo mirarnos ya disfrutamos. Por fin estamos en el sitio que nos merecemos.

Salimos del lugar poco después y empiezo a ponerme nerviosa. La voy a cagar, la voy a cagar, esto va a ser un desastre. Por una vez, aprendo a disimularlo. A su pregunta "¿Qué hacemos ahora?" lo conduzco hasta el Parc de la Ciutadella. A una zona apartada. Hago que se siente en el césped. Abro el bolso y saco un pañuelo que le paso por los ojos. Le pego una colleja como respuesta a su "uh, esto se pone interesante.." y le pido que escuche con mucha atención. Ah, y pido perdón por anticipado por si la cago. No cal que pidas perdón por respirar. Respiro hondo. Escucho cómo se ríe flojito. Vuelvo a meter la mano en el bolso. Bueno, allá vamos. Me tiro a la piscina. Con los dedos temblorosos toco una tecla, y otra, y otra... Nuestra canción. He aquí el trabajo de meses - de verdad, yo soy una inútil para la música aunque sea algo relativamente fácil como un piano. Pero quizá debería haber aprendido a afinar, por lo menos. En fin, no se puede tener todo. Me gustaría ver su expresión, pero estoy demasiado ocupada haciendo que a mi cerebro no se le vaya la pinza y mande un dedo a donde no toca. Sólo oigo cómo suspira y cómo se mueve. Por fin he acabado. Se ha hecho una tortura y creo que sólo la he cagado una vez. Me ha gustado tocarlo, eso sí. No he podido evitar, para variar, que se escaparan unas pocas lágrimas. Aquello era más que una simple canción. Era nuestra historia de amor.

Al acabar, le quito el pañuelo. Tenía los ojos inundados en lágrimas y me tiró al césped poniéndose encima mío. Empezó a abrazarme y a darme las gracias por todo. Que no se creía que todo esto le estuviera pasando. Que me quería mucho. Yo me limitaba a sonreír. La felicidad impedía que pudiera hacer algo más.

Al cabo de un rato, le di la segunda parte de mi agradecimiento eterno. "Ya lo harás en casa. Las piezas probablemente no encajen porque soy muy patosa y he tenido que empezarlo tres veces. Pero bueno, el mensaje se ve. Ya me dirás qué te parece".

Y así acabó ese día. Terminó con los dos tumbados sobre el césped, abrazados, a veces soltando alguna broma y a veces ataca algún beso. Otro día más perfecto a su lado.

De vuelta, en la estación, ya voy poniendo cara de pena. Como siempre, me cuesta horrores despedirme. A saber cuándo será la próxima vez que pueda disfrutar de él. Resignada, le doy un abrazo con todas mis fuerzas. En ese momento noto como su mano se cuela por el bolsillo de mi pantalón. Le freno y observo la rabia de haber sido pillado. Un paquete extraño y pequeño. Míralo en casa, vale? Me gustaría ver tu reacción pero hasta que no llegues a casa, no lo abras. Intrigada, asiento. Pero en serio, eh? Que nos conocemos. Sonrío, culpable, y le beso. La despedida. Bueno, ya habrá más oportunidades para poder disfrutar. Con lentitud camino hasta el andén.

Llego a casa muy contenta, demasiado feliz, muy nerviosa, con ganas de comerme el mundo, esperando la siguiente oportunidad para disfrutar de él. Estoy tan ensimismada en mis recuerdos que llego a casa, ceno rápido y me meto en la cama, con una sonrisa. Y esta vez he conciliado el sueño ipso facto. Antes de dormirme, eso sí, permito que por mi cabeza vague un pensamiento fugaz. Y yo sufriendo aquellas semanas de hace dos meses por pensar que esto se acabaría... ¡estoy loca! Nunca hubiera permitido que algo tan importante para mi se fuera así, sin más. Suerte que ahora todo vuelve a estar bien.

Qué curioso. Los propios nervios por abrir el paquete hicieron que me olvidara de él. Sigue en el pantalón. Pero bueno, tampoco me preocupa. Tengo toda la vida para averiguarlo.

1 comentario: