11 de enero de 2012

esas cosas que ya no existen (y dudo que hayan existido alguna vez)

Cómo no. En los momentos en los que no puedes más por otros factores... viene a atacarte éste. Pum. Toma vulnerabilidad. Toma bajón. Toma reproches a la nada. Toma no dormir.


¿Jamás has tenido un momento perfecto? Un instante en tu vida en el que sientes que todo está bien, que todo está en harmonía. La luz, el color, el sitio donde estás... todo es perfecto. ¿Jamás te has sentido en paz con el mundo, deseando que no cambiara nada?. Es una sensación que aparece de repente, y la reconoces, porque dentro de ti sientes una felicidad casi imposible de describir. Todos la tenemos tarde o temprano.

Cuando escuché eso por primera vez puse cara de ¿pero qué coño me estás contando? Era la gilipollez más grande jamás oída. Algún romántico reprochado y esquizofrénico que se saca de la manga reflexiones estúpidas.
Y esa frase golpeó mi cara cuando menos me lo esperé.
Lo estaba viviendo.
La imagen del atardecer en Barcelona, en Paseo de Gracia, donde el sol se despedía de forma solemne y se oía el motor de los coches de forma armoniosa. La suave brisa hacía enrojecer sus mejillas y dejar volar una parte de ese pelo alborotado; su imagen, sonriente, con la boca ligeramente abierta, con esa chaqueta tan característica suya, sus guantes calentando unas manos que agarraban con fuerza un CD procedente de unos kilómetros más al norte - el motivo de tanta insistencia que casi acaba en llanto -, su mochila al hombro, su ojos brillando... En ese momento me sentí en paz con el mundo. En ese momento me invadió un calor indescriptible. En ese momento deseé quedarme para siempre. En ese momento no pude ser más feliz.

En ese momento me uní al club de los reprochados esquizofrénicos que se sacan de la manga reflexiones estúpidas. Y a mucha honra... porque ahora sólo vivo anclada en ese momento - bueno, miento, también en algunos que se parecen... voy alternando -. Al menos ya no pienso en volver ahí, porque sé que los milagros no existen, así que a vivir encerrada. 

Eso por no creer.
En toda la boca y fuera.
Ahora toca joderse (y bailar).

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